Por David Vergara, Meditación y Sabiduría Perenne
¿Qué es conocerse a uno mismo? ¿Qué es uno mismo? ¿Quién es ese yo, que hay que conocer? Como su nombre indica, todo proceso de autoconocimiento sitúa en el centro de la indagación, el conocimiento de "yo" como lo más relevante de la investigación. La cuestión es que, todos nosotros, cada uno de los millones de seres humanos que poblamos el mundo, ya creemos saber quiénes somos, ya contamos con una idea de yo, con una personalidad determinada que da por hecho que existe como un organismo autónomo que se encuentra separado del resto de la existencia. Cuando comenzamos un proceso de autoconocimiento, por tanto, el punto de partida siempre es la idea de yo o la personalidad (separada y autónoma) que creemos ser, para y a partir de ella, mejorarla, evitar los conflictos, ser más feliz o lo que sea que queramos. Desde este punto de vista, todas las prácticas que se realicen: ya sean meditación, yoga, reiki, mindfulness o todas y cada uno de los cientos de prácticas que existen, quedarán delimitadas, encuadradas dentro de esta consideración previa. Es decir, el punto de partida es que “yo soy esto” y quiero ser “esto otro”, siendo esto otro: más feliz, menos desequilibrado, etc.
Cuando las tradiciones de sabiduría nos sugieren conocernos a nosotros mismos, no están aludiendo a esta forma de autoconocimiento. Básicamente, porque esta forma de conocerse a uno mismo parte de una consideración previa, de un "yo" claramente establecido al que no se pone en duda. Se parte de él sin indagarlo y consecuentemente es desde él, desde donde se quiere llegar a otro sitio. Pero claro, lo que el sujeto es, no se encuentra en el predicado. El «esto» en la oración «yo soy esto» no responde quién es ese «yo» inicial. Lo que hay que investigar para saber quién es el sujeto, es, precisamente, al sujeto puro, al ser del que se predica algo, no lo que se predica sobre ese ser. Conocer quienes somos es una cuestión puramente ontológica, tiene que ver con el ser que somos, con reconocer el origen, la fuente de nuestra propia existencia. |
Lo que somos no puede quedar delimitado a una serie de atribuciones (guapo, feo, rico, pobre, amoroso, antipático, feliz, infeliz...), creyendo que esas atribuciones, aunque se vayan modificando, aunque nos pasemos la vida de práctica en práctica intentando modificarlas, van a servir para realizarnos, ya que el foco está puesto en ser "algo" no en conocer lo que somos esencialmente.
De tal forma, que en virtud de estas tradiciones, podemos establecer una clara diferencia entre un autoconocimiento profano, relativo, horizontal o superficial y un autoconocimiento profundo, vertical o iniciático. Esta diferenciación no pretende negar la importancia relativa que tiene el autoconocimiento que hemos denominado como superficial dentro de su nivel, pero sí señalar, claramente, la imposibilidad de alcanzar desde él, la realización o la plenitud que nuestro ser demanda. No es posible realizarse sin reconocer lo que realmente somos y, por consiguiente, sin estar en comunión o en contacto directo con ello; y es con esta finalidad iniciática y no con otra, desde donde se proponen prácticas ancestrales, como, sobre todo, la meditación para favorecer la autoindagación o el autoconocimiento hacia el reconocimiento de nuestro fondo último, entendiendo que todo lo que no sea este reencuentro, no funciona realmente a largo plazo. Resumiendo, más importante que la práctica es saber desde dónde se realiza y para qué. O mejor aún, la práctica no sirve para nada por ella misma, lo que sirve es la relación de profundidad o superficialidad que mantenemos con el ser que somos. Lo que sirve en el proceso de autoconocimiento es saber desde dónde partimos, adónde vamos y cómo vamos a llegar hasta allí. De otra forma, buscaremos y buscaremos por la superficie una plenitud que solo es posible hallarla en lo más profundo de nosotros mismos. «Ningún viento es propicio para el que no sabe a qué puerto se dirige» (Séneca)
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Tú que buscas el camino que conduce al Secreto, retorna sobre tus propios pasos porque es en ti mismo donde este se halla
IBN ARABI |
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